El reto de la Educación Popular es construir el autoconocimiento en la relación con el Otro y expresarlo en las relaciones sujeto-sujeto en cada hecho educativo. Relaciones que buscan transformar la actual mercantilización de la vida en todas sus expresiones, enfrentar la alienación producida por el biopoder, el cual reedita dolorosos autoritarismos, en los cuales se exige la subordinación total, incluida la espiritual, del individuo al mercado. Se anula así de forma trágica la libertad personal, incluida la libertad de pensamiento. A inicios del siglo XXI los educadores nos enfrentamos a la anomia individual y social.
La educación debe tener una clara conciencia de las implicaciones políticas y los peligros que encierra la superación de la alienación y la anomia social. Ésta se expresa como una clara confrontación en las aulas y establecimientos educativos entre distintos sistemas de valores que, en un futuro deseable esperamos no tenga las características violentas actuales. La resolución pacífica de los conflictos es una disciplina a ser aprehendida y practicada con urgencia en todos los sistemas educativos.
El diálogo de saberes plantea que los sistemas educativos deben asumir el construir camino de la belleza o sensibilidad estética, en el compromiso de superar la alienación y la violencia. La praxis del arte genera sensibilidad pues es una actividad humana no utilitaria que proporciona placer, felicidad, alegría de vivir. Lo propio sucede con el deporte no competitivo. Los espacios educativos deben estar pletóricos de estas actividades, las mismas que construyen nuevas sensibilidades y concretan el deseo altruista de cooperar socialmente como sentido de vida y felicidad.
Lilián Álvaro – Directora de Investigación del INEPE